El Poney Pisador

La guerra de los morlocks por Sirenita

Hacía tiempo q nadie venia a mancillarnos las letrinas pero cuando nuestro hobbit/esclavo fue a limpiarlas se encontró con este hermoso texto "adornando" las paredes. Tened piedad del pobre hobbit/esclavo q cada vez q escribis son 3 horas menos de sueño para poder limpiar vuestra mierda.
Veamos lo q tiene q decirnos Sirenita.

Hoy he sido testigo del acontecimiento más patético jamás imaginado, de lo que, a mi parecer, marcará un antes y un después en mi humilde existencia.

9 de la mañana, 1ª hora de clase. Me hallo ante un grupo de 15 niñatos morlocks y 2 ó 3 medias "personas normales" (más bien cruces de morlock con subnormal). Corregimos un ejercicio, tipo verdadero-falso. El "medio normal" que lo corrige va acertando, por ahora. En ese momento, una morlack, la cual lleva desde el mes de septiembre sin hacer ni el puto huevo (perdón), tiene una idea genial, probablemente la mejor idea de su vida: "voy a joder un poco a éste". En medio de la corrección, exclama: "¡Has puesto a boleo las respuestas!" (evidentemente no empleó la palabra respuesta, pero quiso decir algo así).

Entonces, se produjo un hecho insólito: se estableció una conversación de morlocks.
- ¿Qué significa "a boleo"? - preguntó el chaval, de procedencia argentina, y a quien la susodicha no deja de dar el coñazo desde que llegó a España.
- Significa a "pito pito" - respondió la morlack, haciendo alarde de su sabiduría.
- Ah, no, no es cierto.
- ¡Que sí!
- De todas formas está bien [refiriéndose a las respuestas].
- ¡Que no! ¡Señoooooooooooo!

Tras unos momentos fugaces de interesante conversación, la morlack decidió pasar a la acción. Se giró y le asestó un guantazo al semi-morlock, sentado detrás de ella. Ipso facto, éste se la devolvió, claro, alcanzando a la morlack en el ojo. Tanta humillación era intolerable para la morlack; se levantó y empezó a pegar al otro, que también se defendía.

La profesora, o sea, yo, intentaba parar aquello con todos los recursos que la ley me permite: "Niños, por favor, parad ya, que os voy a poner un parte a cada uno...". Bastante patético.

De repente, observé a la morlack. Los ojos se le salían de las órbitas, echaba espuma por la boca, y su plumón blanco, que no se había ni quitado, contrastaba con el rojo fuego de su cara. La vena del cuello hinchada, yo creía que el piercing de la nariz iba a salir despedido. En ese momento creí hallarme ante la misma niña del exorcista... pero con piercings y pendientes de aro de plástico.

Y entonces, ocurrió. La morlack, cual increíble Hulk, cogió una silla y se la lanzó al otro niño. Aún sueño con esa imagen de la silla volando por los aires. Vi mi vida en diapositivas. Un sudor frío surcó mi espalda. "Dios mío, se matan", pensé. Los otros morlocks estaban asustados (¿un morlock asustado de otro morlock? Pues sí, tal era la situación). Entonces, la reina morlack (véase "Las morlacks, por Javi", en esta misma página) sujetó a la poseída, con la ayuda de sus súbditas morlacks, momento que aproveché para echar al otro semi-morlock y mandar a una niña en busca de un exorcista, perdón, del jefe de estudios.

Y así acabó todo. La morlack, con un ojo morado, lloraba, gritaba y pataleaba (a mí me preocupaban sus numerosos piercings, que se le iban a salir). El resto de la hora lo único que se me ocuurió fue poner música relajante, aunque no sirvió de mucho.

Y yo me pregunto: ¿Estamos ante una nueva amenaza morlack? ¿Significa esto el inicio de una guerra? En cualquier caso, debemos tener cuidado, pues si una silla puede convertirse en arma arrojadiza y un lápiz en arma blanca, no estamos seguros mientras existan morlocks en este mundo.