El Poney Pisador

Me gustaría comentaros que a vuestras opiniones sobre las morlocks les falta algo: saber cómo son desde dentro. Yo este año tuve una clase de gente nueva, y congenié con la Reina Morlock (Isa, más conocida como “isín”). Ella estaba sola, su grupo morlock la había echado por ser demasiado dominante, así que buscaba reconstruirlo. Encontró a una chica de mi clase con la que yo fui al colegio, y que es un tipo de morlock que no habéis descrito: la morlock mejor amiga. Siempre hay alguna, son perritos falderos. Siempre siguen a la jefa correspondiente, y pueden tener más de una. Esta se llamaba Eloísa, alias “eloisín”. Como reina morlock, isín tenía que buscarse una corte, y con sus dotes de guarrilla consiguió captar a los chicos de mi clase, tres chicos que en cuestión de días estaban colados por ella. Además, se dedicó a llamar “pijas” al resto de las chicas de la clase, y les sacaba defectos porque eran mucho más guapas que ella. Entonces, Isín decidió aceptarme e iniciarme como morlock pese a mis fracasados intentos de huir.

Yo ya tengo mi grupo de amigas, pero la Reina morlock fue tan terriblemente pesada que accedí a salir con ellos un día a la semana: los sábados. Quedábamos 3 horas antes para vestirnos y maquillarnos. Yo ya tengo mi ropa, pero ella se empeñó en dejarme la suya (una talla inferior a la suya, 2 o 3 a la mía). Bien, no os podéis ni imaginar lo ridículos que quedan los pantalones esos tan horribles de Rotwailer a cualquier persona que tenga una talla superior a la 36. De hecho, creo que la compañía no fabrica pantalones de tallas por encima de la 36. Así que el plan cambió. Como todas teníamos que ir iguales (norma morlock universal), fuimos con minifaldas. Las faldas tenían que cumplir determinadas características; las que yo tenía no valían (pero como me las puse igual, cometí un error en la iniciación), y debían de ir combinadas con botas Mustang blancas de punta y tacón de aguja. Arriba, había que llevar una camiseta simple (solo la Reina estaba autorizada a llevar letras en la camiseta, y era la que más escote llevaba) y por encima, una blusa blanca. Además, teníamos que llevar collares de bolas (cosa a la que yo me negué), y pendientes a juego. El pelo debía de ir suelto y liso. Isín es la única persona que conozco que teniendo el pelo liso, se lo alise. Finalmente, había que saberse todas las canciones del reggaeton (puajjjjjj) y bailarlas en corrillo, dejando que la Reina se metiera en el interior para lucirse. Y luego estaba el grupo de chicos. Cómo cambian las cosas. Eran los tíos con los que había ido al colegio, y ahora pertenecían al grupo de iniciados morlocks.

Lo explico: si un chico de ese grupo quiere convertirse en morlock (lo que viene siendo un tío “guay”), debe de liarse con alguna miembro del grupo morlock femenino. Esto se consigue mediante el juego de la botella. Las morlocks van besando a los principiantes, y si la Reina dice “que buena pareja haríais”, deben de liarse. Pero sólo un rollo, los noviazgos necesitan otra autorización real. Yo me negué a besar a ninguno de los mochos (mocho= tío muy feo/ asqueroso), lo cual me valió para que me llamaran aún menos. Eso fue un alivio, pero cuando creí que ya me habían dejado en paz ocurrió algo inesperado: las fiestas del instituto. Y tuve que ir con ellas por razones que prefiero no contar.

Entonces lo vi claramente: Isín, Reina morlock de mi clase, quería trabar relaciones con Nika, Reina morlock del otro curso. Y para hacerlo, no dudo en regalarle como tributo a su novio. Vomitivo. La gente normal de mi clase estaba escandalizada: “David le ha puesto los cuernos a Isa con Nika”. Pero no fue así, Isín sacrificó a su novio para poder conseguir al grupo de morlocks de la otra clase. En ese momento, cuando tuve que elegir entre emborracharme para pasar las 3 horas rodeada de morlocks que cada tres minutos me decían que si no me lo pasaba bien o irme, cogí la puerta (en sentido metafórico) y me fui. Tardaron una hora en darse cuenta. Increíble. Y desde entonces no me hablar, gracias a dios.

Sólo me queda añadir una cosa: no todas las morlocks son malas. Mis amigas y yo decidimos adoptar una, y nos está dando muy buenos resultados. La estamos confundiendo de tal forma que se está planteando tirar los pantalones de Rotwailer y volverse del todo normal. Hemos conseguido que deje de ponerse aros de plástico y se compre de esos también horribles pendientes de colgajos. Y ya casi no escucha reggaeton.