El Poney Pisador

Specimen Escolasticus

Antes que nada, me presentaré. Soy el único e indefinible Sr. Maligno. Si, se que suena ostentoso, pero de hecho es uno de mis grandes defectos, entre los cuales también destacan el de reirme de las desgracias ajenas y el de llevar calconzillos de Mickey Mouse. Bueno, en lo sucesivo, os deleitaré las córneas con mis historias dignas de ser contadas por un abuelo en los mismísimos asilos de ancianos del infierno. Se titulan Crónicas Malignas. Y Aqui va la primera.

Teniendo en cuenta que en los lares de maese Euro somos todos más bien débiles, decidí hace tiempo meterme de lleno en el mundo laboral a tiempo parcial; quien me iba a decir, que terminaría engrosando las filas de las fuerzas educativas y que, aun siendo uno de los más ancianos entre los míos, encontraría especimenes dentro del alumnado que me sorprenderían, que avivarían mi sentido de la aberración, especimenes dignos de ser catalogados, y estudiados, diseccionados, disecados, e incluso en la mayoría de los casos, apaleados, destripados y descuartizados hasta terminar en alguno de los estados de disección antes mencionados, y todo con un único propósito, que las generaciones futuras eliminen a estos engendros antes que crezcan más.
Bueno, no hago estas afirmaciones solamente porque soy un misántropo, un pedofóbico y un profesor terrible, bueno, de esto me enorgullezco bastante, el profesor snape se queda mamando al lado mía (con todo el respeto, Severus); las hago porque hay algunos alumnos que literalmente mandan cojones.

Para disfrute del personal describiré a los más ortopédicos. Si la evolución creo a los marsupiales, que no hay por donde cogerlos, los teletubbies crearon a éstos:

El Holguin (Ecuatorianus Jonathanus Holguinus): Este es el típico caso de niño traumatizado desde la infancia pero llevado al extremo más absoluto y en versión sudaka. No me malinterpretéis, no soy racista, les tengo la misma tirria a todos los seres humanos independientemente de su raza o su sexo. Lo único que influye en este caso que es el niño es originario de Ecuador, y allí las cosas no están muy bien que digamos. El niño se intenta resistir a todos los ejercicios que tengan algo que ver con la lectura ya que aún con 8 años no sabe leer, además para librarse de lecturas espureas en el transcurso de las clases me cuenta, como si fuera lo más normal del mundo, historias lastimeras sobre que si insultas al presidente te caen 4 meses a la sombra, que su padre está en la cárcel y que su madre se lió con su tío viniéndose así a España. Para mas INRI han llegado a mis oídos de manos de sus compañeros, que en Ecuador mantenía relaciones más que amistosas con canes de orden inferior (que se follaba a los perros) y de que se baña una vez por semana (ya decía yo que el moreno ese no era normal, por si acaso no lo toqué nunca).

El Niño Rata (Ratis et Médium Niñus): Es un pájaro, es un roedor, no… definitivamente es un niño rata. Bueno, el niño este se podría decir que es un manojo de nervios embutidos en una efigie de medio-rata alimentado todo con pilas duracel. El jodío espécimen consume en alimentos el triple de su peso mendigando sobras en el comedor escolar y se mantiene tan seco de grasa como un quinqui culturista y puede cambiar de postura mientras que está delante del ordenador 20 veces por minuto, más que una comadreja con almorranas, que ya es decir. Completamente inaguantable, sobre todo cuando hace calor. Joputa.

El Niño Cerdo (Cochinus Flatulentus Niñus): Este es el caso de uno de los especimenes que más se notan cuando están en clase y más alivio da cuando faltan. El niño cerdo tiene una envergadura de NxN, es decir, igual de ancho que de alto. Siempre viene en un chándal que le admita las mollas y pase lo que pase, haga el frío que haga viene sudando como una perra y jadeando como una puta. (Arrrrrj, fuera de mi mente, fueraaaaaa). En clase pasa desapercibido hasta que hace gala de la más profunda de las ignorancias y de la más poderosa falta de atención que solo se consigue con unas orejeras y con un pasamontañas puesto del revés. Pregunta hasta como se le hace clic al botón de inicio, que ya es decir. Por esos factores no es demasiado molesto (si no fuera porque ocupa dos puestos el solo por cuestiones de envergadura…) El problema principal del Niño Cerdo es su ataque Flatulencia (como los Pokemon) es decir que se cruje cosa mala, y suelta un gas letal que merece la denominación de “alerta negra” por parte de sus compañeros. Joer, se me erizan los pelillos de la nuca en cuanto me acuerdo de ese “aroma” capaz de arrancar dos lagrimones como dos berenjenas a un tuerto de ambos ojos.

Niño de los Dragones Negros (Neger Drakonis Niñus): Este es sin duda el ejemplar más aberrantemente ortopédico que me he cruzado en mi experiencia educacional. Es el típico caso de alucinaciones a base de tripis, pero encapsulado en el cuerpo de un niño de 8 años. No es que el niño vaya al camello todas las tardes a conseguir la dosis necesaria para perpetuar su estado, sino que, según mis observaciones gargolescas desde la mesa del profesor, genera sus propios alucinógenos. Si, semejante autodopping hace al niño vivir las 24 horas en un mundo fantástico donde todo es de plástico en el cual los dragones negros cortan el bacalao. El niño se pasa horas delante del buscador Google mientras que mueve los brazos con espasmos blasfemos asemejando explosiones y aleteos draconianos, se dedica a decir frases como “El ataque de los dragones negros, el retorno…” o simplemente le da por refregar la cabeza por el suelo ante la atónita mirada de sus congéneres.